Quienes somos
Comunidad Belén es una comunidad de fieles cristianos marcada profundamente por la compasión, la vocación misionera y el ministerio de la sanación. Fundada en el año 2006 por el Padre Adrián Santarelli, de la diócesis de San Isidro, Buenos Aires.
Se sostiene, anima y alimenta con la oración, la formación y la acción. La oración es el corazón, pues ella une a Dios, y une en un mismo espíritu a los hijos del bendito pueblo de Dios trascendiendo las fronteras de la Iglesia católica. La formación es el camino para la transformación de los corazones, las personas y las comunidades. La acción por la cual sanan las heridas individuales y sociales de este mundo
A lo largo de los años la Comunidad se ha ido fortaleciendo y expandiendo, tanto en el interior de Argentina como en el exterior.
La misión de la comunidad es testimoniar a una Iglesia que busca responder de un modo renovado, una Iglesia que inaugura nuevos procesos de reconciliación y de unión/
Nuestra Espiritualidad
Es la espiritualidad de la Alianza de la Paz de Dios con la humanidad. “Estableceré para ellos una Alianza de Paz, que será para ellos una alianza eterna. Los instalaré, los multiplicaré y pondré mi Santuario en medio de ellos para siempre” (Ez. 37,26).
La espiritualidad cristiana de la Comunidad desarrolla la dimensión de diálogo con las otras espiritualidades conforme a la creencia en que hay un solo Dios, un mismo Espíritu que lo penetra todo, obra en todos, no tiene fronteras y sopla donde quiere, dentro y fuera de los límites de la Iglesia.
La vocación misionera: Somos Iglesia en salida, de puertas abiertas, comprometidos a multiplicar los frutos allí donde cada uno sea llamado.
Sus rasgos son:
La compasión: El misterio de Jesús compasivo, que se detenía, que atendía al pobre, al rico, al enfermo, al sano. Adentrarse en el misterio que es “el otro”, ponerse en su lugar, dejarse conmover por su dolor y/o necesidad.
Sus rasgos son:
La vocación misionera: Somos Iglesia en salida, de puertas abiertas, comprometidos a multiplicar los frutos allí donde cada uno sea llamado.
El encuentro, el diálogo, la acogida: Reconocer al otro como un hermano, comprender su perspectiva construyendo puentes de fraternidad. El encuentro es un diálogo de la vida a través de un intercambio de dones.
Se inspira en la vocación maternal de María, Madre de la Humanidad. Ella tiene un lugar particular en el corazón de la comunidad, marca su misión y guía su tarea llevándonos de su mano a conocer el amor verdadero, tal como lo expresa el evangelio, “Hagan todo lo que él les diga” (Jn 2, 1-5).
Qué hacemos
Creamos espacios de acogida y crecimiento espiritual: retiros de sanación, retiros de conversión y profundización, talleres y jornadas de crecimiento espiritual y promoción humana integral, peregrinación de lugares santos y grupos de oración.
– Fomentamos el diálogo interreligioso mediante la organización y participación en encuentros que favorezcan caminos de paz.
– Promovemos la cultura del encuentro, la fraternidad y la solidaridad. Se concreta en el ejercicio de voluntariado en centros de salud, en la creación de conciencia para el cuidado de la Casa Común.
-Diseñamos e implementamos programas de formación. Editamos y publicamos contenido que permita difundir no sólo la propia espiritualidad, sino también los contenidos de los programas educativos. – Estamos trabajando en la fundación del Centro de Paz, Jardines de Tibhirine; lugar que representará nuestra vocación y espiritualidad. Un Centro de Paz que anhela convertirse en un espacio interreligioso para integrar y discernir el tiempo que transitamos y ser una casa abierta de oración por la Paz.
La estrella de Belén nuestro símbolo
El signo representativo de la Comunidad es la Estrella de Belén, que convoca —de Oriente y Occidente— a María y José, a los magos y a los pastores. Que anuncia que hay un Dios para adorar en el rostro de cada necesitado. Que invita a estar allí, a dar Gloria a Dios en el cielo y en la tierra paz a los hombres. Sus rayos indican la apertura al mundo que nos dona Dios Espíritu Santo, quien nos invita a ser testigos y apóstoles de un amor que transforma, repara y une sin tiempo y sin fronteras. En el centro guarda una luz que representa el misterio de Dios que no puede ser contenido ni expresado en conceptos humanos. Es una luz que alumbra a todo aquel que lo busca e ilumina a toda la humanidad.